En las nuevas exposiciones, la pintura cordobesa tiene un rol protagónico y se destaca la retrospectiva en homenaje a Carlos Crespo. Continúa la muestra en torno a la figura de Deodoro Roca.
A continuación, una a una las muestras que se pueden disfrutar:
En la Sala 1 se exhibe razón arbórea de una selección de dibujos y pinturas recientes de Pablo Canedo (Córdoba, 1955).
En este nuevo conjunto de obras, aparecen ciertas recurrencias de su producción anterior entremezcladas en nudos, ramificaciones laberínticas, cascadas o cardúmenes que consiguen encauzar el caos aparente.
Los volúmenes, las gradaciones tonales y el trabajo colorístico, son quizás una excusa para poner en consideración el modo constructivo de la imagen, sin que ello implique interrumpir la circulación de la sensibilidad propia del proceso creativo.
Sugieren, asimismo, una meditación sobre todo lenguaje, condición sine qua non para la aprehensión de las experiencias vitales en este mundo.
En las Salas 2 y 3 se puede visitar Ángel con hacha. Un paisaje salvaje la muestra retrospectiva en homenaje a Carlos Crespo (Córdoba, 1940-2010), con curaduría de Gustavo Piñero y diseño de Lucía Arias.
Pareciera que en la obra más difundida de Crespo se aglutinaron ciertos rasgos epocales, representaciones de una expresividad que se abría camino a los empujones, especialmente en el contexto del retorno a la democracia argentina, luego de la última dictadura cívico-militar.
Sin embargo, hacia mediados de la década del sesenta su pintura ya perfilaba el carácter que sostiene toda su producción posterior: un lenguaje figurativo construido desde una emocionalidad virulenta y espasmódica, plasmada con desembarazo de premisas anquilosadas acerca de la belleza tradicional de la forma.
Representante significativo del neo expresionismo local, habitó la creación plástica como espacio consagrado para encausar la subjetividad, como bálsamo para su alma, y como espejo para el mundo.
En la Sala 4 continúa en exposición la muestra Deodoro Roca, Un reformista en el museo (1916-1919), una producción del Museo Caraffa.
Aunque usualmente se reconozca a Deodoro Roca como líder del movimiento reformista, menos frecuente es que se asocie su nombre a la historia del Museo Caraffa. Sin embargo, entre 1916 y 1919 ocupó su dirección, coincidiendo parte de su desempeño con el desarrollo del conflicto estudiantil.
Roca propuso entonces nuevos lineamientos para la organización del museo en consonancia con las convicciones que animaban sus acciones en el espacio universitario. Pero fue también su participación en ese conflicto lo que precipitó luego su apartamiento del cargo.
Al cumplirse 100 años de la Reforma, esta exposición tiene un doble propósito: indagar, por un lado, en un momento particular de la historia del museo en el que la presencia de una figura como Deodoro Roca lo muestran como un espacio vivo, atravesado por las convulsiones de la época.
Por otro, intenta explorar un aspecto poco conocido del célebre líder reformista, cuya complejidad se muestra siempre inagotable. La muestra despliega estos contenidos a través de una propuesta gráfica que combina textos, imágenes y documentos como parte de su estrategia comunicativa.
En la Sala 5 se expone Diario de un gol, la muestra de pinturas de Rubén Ramonda (Córdoba, 1956) en las que el artista plasmó, en tiempo real, las mejores jugadas del Mundial de Rusia 2018; captando, no sólo el aspecto técnico, sino especialmente el sentimiento de los diferentes participantes de la competencia. La composición de las pinturas ofrece una impresión sobre tiempos y espacios simultáneos, movimiento y dinamismo.
El trabajo de Ramonda ofrece un repertorio de referencias y prácticas sobre los deportes y en particular sobre fútbol. Sin embargo, la experiencia de Diario de un gol, manifiesta una sensación única, la presencia del instante ya que Ramonda pintó hasta doce horas por días a la vista del público, en la galería comercial “El Paseo”, convirtiéndose en un atractivo tan emocionante como el mega evento mundial.
Las obras están diagramadas como textos gráficos, anotaciones ligeras y afectadas donde cada fragmento de materia se atribuye a un plano de color fuerte o neutro, desde donde se recorta el dibujo y aparece la imagen.
En las Salas 6 y 7, se puede ver Seminalis. El orden silencioso de las cosas la instalación de Juan Canavesi (Córdoba, 1960) que marca un giro significativo respecto a su obra anterior.
En esta muestra, la naturaleza adquiere protagonismo en los siete libros de artista e impresiones sobre telas y papeles hechos a mano. La semilla opera como metáfora que nos remite al origen.
Con procedimientos cercanos a la alquimia, en la elaboración del papel y en las transferencias del óxido, predomina el juego espontáneo entre los materiales.
Las tensiones no son impedidas ni controladas, surgen volutas, surcos, y rugosidades. La puesta no induce a elevar la mirada hacia lo alto, hacia el lugar donde se suele suponer que habita la divinidad lejana, sino a nuestro alrededor, hacia lo próximo y en última instancia, hacia el interior de nosotros mismos.
Su contemplación, de alguna manera, remite a formas de espiritualidad primigenias, animistas, que encuentran sentido en los elementos del mundo natural y que reconocen que lo auténtico y genuino está aquí y ahora, en el orden silencioso de las cosas.
En las Salas 8 y 9 se exhibe Fuera de Plano la muestra de pinturas de Tato Carle (Río III, Córdoba, 1945), con curaduría de Dante Montich.
Las piezas, matéricas y táctiles, pueden apreciarse como una unidad en sí misma aunque también el conjunto, su totalidad compositiva y conceptual, configura una orquestación de sentidos ensamblados y narrativos.
La obra, en su recorrido visual, plantea diferentes situaciones, algunas vinculadas a la idea, a la esencia que define un plano, un cubo o cualquier otra figura geométrica, y otras al aspecto expresivo, a la percepción y los avatares de la física.
En Fuera de Plano la instancia vinculada a la idea remite a una larga tradición donde la geometría ocupa un interés primordial. Sin embargo, en la obra de Carle, la idea no es una excusa para trascender hacía un plano figurativo como objetivo final, por el contrario, pareciera que su deseo se agolpa en las huellas superpuestas de una materia frenética e insistente, constantes impulsos de lo que existe que no pueden ser delimitados en las escuetas geografías de una figura predeterminada.
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