Palabras de la joven directora Beatrice Venezi. Distinguida, comprometida y con un futuro prometedor, la joven italiana revolucionó el mundo de la música clásica.
El pasado viernes 12, a las 21, se presentó el el Teatro del Libertador la joven directora italiana, Beatrice Venezi, para conducir la Orquesta Sinfónica de Córdoba, en un concierto auspiciado por el Instituto Italiano de Cultura.
Admiradora de las óperas de Puccini, Beatrice Venezi nace en 1990 en Lucca, Toscana. Comenzó su carrera como pianista y compositora. Pero el consejo de su maestro, Gaetano Giani Luporini, determinó el destino de Beatrice en la música: la dirección. Desde 2016, dirige la Orquesta Joven Scarlatti. En 2017 fue nombrada Directora Invitada Principal del Festival Puccini, en su tierra natal.
El programa del concierto comenzó con “Nocturno”, de Giuseppe Martucci, siguió con el “Tríptico boticelliano”, de Ottorino Respighi, para dar lugar a la “Sinfonía Nro. 6 -Patética-”, de Piotr Illich Tchaicovski.
Las luces del ensayo
Son las 13hs del viernes 12 de abril en el Teatro del Libertador. En la platea se encuentran sonidistas, fotógrafos y miembros del equipo de trabajo del teatro.
Entre flashes, arreglos y detalles de luces, todos compartimos el disfrute de tener a los artistas en un concierto para nosotros. En el escenario, Beatrice se encuentra ultimando los detalles junto a la Orquesta Sinfónica de Córdoba tras ensayos y ensayos. A las 21 hs., será la función para el público.
Entre castellano, italiano e inglés, ella habla con la Agencia Córdoba Cultura y la entrevista fluye gracias a la excelente predisposición de Venezi y en su evidente compromiso en comunicar que la música clásica no tiene ni edad ni prejuicios.
— ¿Ya has venido a Córdoba?
Esta es mi primera vez aquí, mi primera vez en Sudamérica como directora.
— ¿Cómo van los ensayos con la orquesta sinfónica?
La Orquesta Sinfónica de Córdoba es muy, muy buena. Me encantó trabajar con ellos Ha sido un gran placer trabajar con ellos.
— En varias notas mencionabas que tu maestro fue quien te sugirió que seas directora. Sin embargo, ¿estaba en tus planes?
En realidad, como sabés, comencé como pianista y luego empecé a estudiar dirección, para más adelante estudiar composición y dirección. Sin embargo, no estaba para nada en mis planes. En realidad, en mi familia no había músicos, no es un negocio familiar, digamos. Empecé con el piano porque había una mujer que enseñaba en mi colegio y todo comenzó desde allí. Luego, cuando estaba estudiando piano, sentí que la música era el lenguaje correcto pero no era suficiente. Esas llaves- keys (Nota de la periodista: Keys es un concepto vinculado a la escala, al conjunto de notas ordenadas según sonidos, por ejemplo)- no eran suficientes para mí.
Necesitaba más color para dibujar lo que quería dibujar como también para imaginar y para crear. Encontré esto en la dirección. Empecé trabajando como répétiteur , que es el acompañamiento en piano a los cantantes durante la producción de una ópera, antes de los ensayos con la orquesta. Empecé con ese trabajo y ese fue el punto clave, porque antes de ese momento, tenía la intención de estudiar dirección pero nunca lo había hecho. Y, a mis 19 años, cuando me encontraba en Alemania trabajando como répétiteur, un día el director me dice “sé que quieres ser directora”, a lo cual respondí “sí maestro, es verdad”. Entonces me responde “Ok. Entonces mañana dirigirás la orquesta durante los ensayos” y yo no tenía idea de qué hacer porque no había tenido ninguna clase de dirección hasta el momento. Fue un poco shockeante pero funcionó. Y ese fue el motivo para volver a Italia y estudiar Dirección
— ¿Y cuál es tu sello identitario como directora?
Hay dos cosas, creo. La primera es que soy italiana y como italiana, que por cierto, con ustedes, los argentinos, tenemos tanto en común: ambos- espero explicarme bien, expresa – no es muy fácil pensar, crear y aproximarnos a la melodía. Tenemos otros parámetros de la partitura: armonía, ritmo, lo que sea… nuestra característica es melódica. ¡Nosotros cantamos! Nosotros cantamos todo, cantamos hasta cuando hablamos. Esto sumado a todos los colores que vemos en nuestros países. En mi país, en tu país también, vemos muchos colores. No pensamos mucho en esto, pero es muy importante. Cuando tú piensas en música rusa o alguna música alemana, hay colores diferentes, menos colores que en la música italiana, por ejemplo. Entonces, intento poner todos los colores en este enfoque melódico, en este enfoque que cantamos todo el tiempo.
Lo segundo es que soy una mujer. Si bien cada director, él o ella, tiene su interpretación (de la obra), varía según la persona. Pero en el acercamiento a tu orquesta, esto significa muchísimo. El tipo de trabajo que intento hacer con la orquesta está vinculado con el aspecto empático.
— Sabrás que ocupando un rol como directora en un mundo tan masculino…
Machista -interrumpe con una leve sonrisa.
— Vos estás brindando un mensaje muy fuerte a la sociedad ¿Cuál esta mirada sobre esto?
Digamos, ha sido un gran tema para mí. Un gran tema. Pero lo pongamos de esta manera: cuando empecé dirigiendo, mejor dicho, cuando empecé a estudiar dirección, nunca imaginé ni esperaba realizar ningún tipo de revolución. Esa no era mi intención. Solamente quería ser directora, ser música. Y, mi única pregunta era ¿soy capaz de realizar este trabajo o no? Nada más que eso. Pero me di cuenta cuántos prejuicios tenemos en este trabajo y en tantos otros trabajos.
Cuando fui la primera mujer directora en Armenia o la primera directora en Georgia y estoy hablando 2016 o 2017, no hace 20 años atrás. Y también fui la primera directora en la Ophera Theatre en Bulgaria, Sophia y cosas así. En esas oportunidades, mujeres que han venido back stage de los conciertos para contarme que no han visto nada como esto. Ahí me di cuenta la clase de potencial, cómo decirlo, el potencial que tiene la faceta cultural y social en mi trabajo. Entonces, empecé a fortalecer este aspecto.
Y decidí no usar nunca traje, al menos que se trate de uno muy peculiar o extraño .Pero yo no quería usar un traje masculino nunca más. Y empecé a conectar con vestuaristas, pero no solo porque me gusta la estética y, claro, me gustan esos vestidos. Es, en especial, porque es un mensaje. Y el mensaje es “yo no necesito esconderme, no necesito usar una máscara para hacer lo que es considerado un trabajo de hombre”. Yo solo quería que se considere si era buena o mala en mi función de directora, eso es todo. En mi lenguaje, por ejemplo, siempre está la discusión de “maestro o maestra”, “ diretore o diretrice”. Para mí, todo el tiempo ha sido “maestro” y “directore” porque yo no necesité subrayar el género acerca en lo profesional, lo único que quise fue ser considerada profesional.
— En tus entrevistas, mencionas palabras como constancia, estudio, sintonía. ¿Qué palabras se te vienen a la mente para describir el camino que te llevó a ser directora?
Mucho estudio, estudios, eso es fundamental. En especial porque soy una mujer y soy joven, ambas cosas juntas; entonces debo estar preparada al 300 por cien en comparación a un colega masculino. La cuestión es estar siempre super bien preparada.
Luego, constancia. Y diría que soy un poco obstinada, porque si me decís que no puedo hacer algo, lo haré de seguro. Mientras más me digan que algo no lo puedo hacer, continuaré esforzándome en hacerlas. Creo que por eso estoy aquí y me encuentro trabajando en tantos lugares en el mundo brindando mi mensaje. Eso es como una misión para mí.
— Últimas preguntas, ¿cuáles son los retos de la música clásica en la actualidad?, y ¿un director debe ser un buen comunicador?
Comienzo con la segunda: sí, el director debe ser un buen comunicador. Principalmente con tu orquesta pero con tu audiencia también. Mi modelo es Bernstein, en este caso, porque él entendió lo importante que es la comunicación través de los medios, TV y esto se enlaza con la otra pregunta. El prejuicio de la música clásica es que es difícil, es old – fasioned (fuera de moda), para gente vieja, no comprensible, tal vez aburrida. Mi objetivo es demostrar que es justamente lo contrario. Por eso escribí este libro que se llama “Allegro con fuoco” (…) cuyo subtítulo es enamorarse de la música clásica. Y esta es la intención, divulgar y comunicar que los contenidos de la música clásica, como las historias de las óperas, son historias que siguen siendo contemporáneas y modernas hasta nuestros días. El problema no es el contenido, sino en la manera en que es comunicado en la actualidad. Debemos trabajar en eso.
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