“Vuelvo con un amor auténtico, sinceramente conmovida”

El miércoles 23, a las 20, Ivanna Speranza brinda un recital lírico acompañada por el pianista Pablo Rochietti. Tras 25 años de trayecto en Europa, la artista cordobesa regresa a casa.

 

La historia de Speranza comienza en uno de los barrios más populares e históricos de la ciudad de Córdoba, San Vicente. Creció con el Carnaval, la Casa Eiffel, y los tantos imaginarios colectivos característicos de ese barrio con una vida propia que alguna vez se autodenominó “la República de San Vicente”.

La prestigiosa cantante lírica recuerda su niñez explorando y jugando al aire libre. Enredada por la cultura pop, los nuevos amigos, los deportes -su segunda pasión- y los sueños de adolescencia, donde comienza a cultivar su vocación y traza el camino de una artista con una marcada disciplina y enorme sensibilidad.

 

Los inicios de Speranza se encuentran en barrio San Vicente, Córdoba

– ¿Recuerda la vez que la cautivó el canto vocal o lírico en vivo?

– Mi intención no era estudiar canto lírico porque yo venía del pop. En realidad, fue escuchar en el cine a Whitney Houston lo que despertó ese enorme y maravilloso deseo de educar mi voz.

 

– ¿Qué sensaciones experimenta ante la posibilidad de volver a actuar en su ciudad natal?

– La emoción es inconmensurable. Pasaron 25 años exactos desde mi debut, tan jovencita, en ese teatro. El Teatro del Libertador fue mi primera experiencia lírica con orquesta. Vuelvo a restituir a esas tablas el alma que me llevé impregnada de su magia. Vuelvo con un amor auténtico y me siento sinceramente conmovida”.

 

– ¿Cuál es el repertorio elegido para esta actuación?

– El repertorio que he elegido resume todo el estudio que abarqué en estos años y que ha sido un recorrido por la música de cámara italiana, francesa, alemana, argentina y española prevalentemente. También, incluye las grandes óperas del repertorio lirico de coloratura, que siempre se demostró afín al tipo de cuerda vocal que yo tengo. La primera parte comprenderá música de cámara y la segunda, arias conocidas y famosas por el virtuosismo que exige a la vocalidad del soprano.

 

Fragmentos de vida

Ivanna Speranza comenzó sus estudios del canto lírico junto a la maestra Teresa Landin, referente del género en la escena local. En aquella oportunidad, la cantante se formaba para integrar el reparto de la ópera Elixir de amor, bajo la dirección del maestro Carlos Giraudo en el Teatro del Libertador General San Martín

Años más tarde, fue admitida por el célebre tenor Arrigo Pola, maestro de Luciano Pavarotti, a los fines de perfeccionar su técnica y profesión Desde aquel entonces, su domicilio se encuentra en Italia y su trayecto se caracteriza por acercar la imagen de la ópera a nuevas generaciones. Y por una veta humanística.

 – ¿Cuán importante fue su período de formación y el trayecto artístico en Argentina que pudo volcar en el exterior?

– Tuve el privilegio de transcurrir varios años en el conservatorio de Córdoba junto a maestros sensibles y muy preparados. La base fue sólida. Continué sucesivamente en Italia, en la escuela de Arrigo Pola y Mirella Freni, siguiendo la línea que ellos habían trazado. Por eso, seré siempre grata al trabajo inicial y a la semilla que ellos depositaron en mí: motivación imprescindible para un joven que recién comienza.

Después del debut en la ópera L’Elisir d’amore, de Donizzetti en 1997, me fui a Italia, con 20 años. Un año después, di mi primer concierto en Tokio. Fue todo fulminante. Era el inicio de un sueño que se iba a transformar en el destino al que le sigo dedicando la vida.

 

– ¿Qué cualidades vocales estimularon sus maestros?

– Siempre valoraron mi versatilidad, mi gran extensión vocal, la facilidad para las coloraturas, pero por sobre todas las cosas, mi sana tenacidad. Yo quería aprender, no hacer carrera. Quería cantar bien, no ser famosa. Y sigue siendo ese mi objetivo: mejorarme. Hoy también para mis alumnos.

 

La cantante lírica vuelve al Libertador luego de 25 años

Pasaporte abierto

Ivanna Speranza destaca las experiencias compartidas junto a Luciano Pavarotti, Marcelo Álvarez y José Carreras.

Trabajo en óperas y conciertos en distintos puntos del mundo, como el caso de la apertura de la temporada en la ópera de Daegu, en Corea del Sur.

 – ¿De qué modo se fue abriendo caminos en Europa?

– Pequeñas producciones se iban intercalando a situaciones de mayor envergadura, recitales, roles nuevos que, muchas veces,  se convertían en grandes desafíos, concursos, premios, cursos de perfeccionamiento, viajes. Muchos sacrificios, algunas renuncias. El camino de un artista solo, que vive lejos de casa, también suele estar lleno de incertidumbres y de nostalgia. Pero jamás dudé de la vida que había elegido y busqué siempre la luz que me llevara adelante. Uno nunca deja de abrirse caminos, creo que aún hoy, un artista tiene que trabajar duro para ganarse el espacio que la gente le da en su alma.

 

En 2021, usted lanza su tercer álbum como solista. ¿Qué le dejó esa experiencia?

– Decidir grabar un disco en plena pandemia, porque la grabación se realizó en el 2020 y en semanas de plenas restricciones, fue muy importante para mí y para mi hermano Mariano, quien realizó todos los arreglos de la orquesta.

Cuando el Parma Opera Ensemble me propuso el disco y la etiqueta suiza quiso producirlo, sentí que las dos Ivanna, la argentina y la italiana, estaban más unidas que nunca. Quería cantar por amor a esas dos tierras que tanto me han dado espiritualmente y que han forjado toda mi labor, humana y profesional. Por eso surge Sin confines, en pleno confinamiento. Teníamos permiso solo para llegar al estudio y volver, con las horas contadas. Es un disco que une la música de cámara italiana a aquella popular argentina, y que incluye a nuestros grandes Atahualpa, Gardel y Piazzolla.

Será para mí, siempre un disco especial. Era un mensaje de lucha, de fe y de esperanza en un momento histórico de gran dolor para muchísima gente. Es la lente con la que quisiera ver siempre el futuro. Una concepción que hoy, en plena guerra en Ucrania, sangra. Ojalá no existieran.