Con motivo de conmemorarse el Día del Respeto a la Diversidad Cultural, la Dra. Ana María Martínez de Sánchez, miembro de número de la Junta Provincial de Historia de Córdoba, nos ofrece su perspectiva sobre esta fecha.
En agosto de 1492, Cristóbal Colón, se echó a la mar desde el Puerto de Palos, con el fin de buscar una ruta más corta que la conocida, para conseguir especias. Las guerras en el Mediterráneo Oriental, dificultaban obtener pimienta, clavo, sésamo o nuez moscada, igual que otros elementos comunes para el intercambio comercial de la época, como seda, perlas y oro.
Alice Gould (Cambridge, 1868-Simancas, 1953), hija de Benjamín Gould, director del Observatorio Astronómico de Córdoba (Argentina), ciudad donde ella pasó su infancia, identificó en el Archivo de Simancas los 87 marineros del primer viaje, quienes practicaban diferentes oficios en la zona onuvense (Huelva), como calafateros, panaderos, y sastres, entre otros, de los cuales sólo 4 habían tenido algún problema con la justicia. Por lo tanto, no eran todos ex convictos, como difundió la historiografía contraria a España para desacreditar la hazaña.
Tras la difícil y fatigosa travesía de las tres carabelas, avistaron tierra y desembarcaron en la isla que bautizaron San Salvador, el 12 de octubre de 1492, sin saber que habían llegado a un continente desconocido para los europeos, asiáticos y africanos. Comenzó entonces la etapa de la conquista, a semejanza de lo que había sido la reconquista de la Península Ibérica, invadida por los árabes en el año 711, y recuperada tras siete siglos de lucha, con las capitulaciones de Granada, precisamente en 1492. La creación de virreinatos, como extensión del reino, fue la política aplicada en Europa, como lo fueron Sicilia, Cerdeña o Nápoles. Con el descubrimiento de la Indias Occidentales, la Corte se asentó en Castilla y en América se crearon dos grandes virreinatos: Nueva España (1535) y Perú (1542). En lo religioso, entre 1511 y 1577, en Santo Domingo y en Trujillo, respectivamente, se erigieron treinta y tres diócesis, para organizar el espacio misional, pues el mundo de entonces buscaba la conversión del hombre, objetivo compartido por cristianos, protestantes y musulmanes.
En 1551 se fundaron las Universidades de San Marcos en Lima y la de México. Hasta la creación de la llamada de la Inmaculada Concepción en León (1812), Nicaragua, se sumaron más de treinta centros de formación superior, además de colegios y seminarios, como el destinado a hijos de caciques araucanos para la formación del clero indígena de Chile en el siglo XVIII. La monarquía española, trasplantó sus instituciones desde el norte al sur de América y a Filipinas, razón por la cual nunca fueron colonias, sino partes del Imperio Español. Tenía iguales derechos una persona nacida en Potosí que en Valladolid y las Leyes de Indias protegieron a los naturales, además de no ser sujetos de juicios por parte de la Inquisición, ni ellos ni los negros, ya que las herejías sólo se juzgaban a “cristianos viejos”, no a recién convertidos. La cultura europea impactó en América, como la americana en Europa, con un intercambio de productos y alimentos desconocidos en ambos lados del Océano, además de costumbres, cultura y leyes.
La carencia de lecturas con espíritu crítico y la difusión prolongada de la llamada “leyenda negra”, apoyada en escritos ingleses, franceses y holandeses, ha nublado a varias generaciones la posibilidad de adentrarse en la obra que realizó España en América. Cualquier nombre con que se designe este día no podrá expresar lo que significó la incorporación de un nuevo continente al mundo conocido, porque no todos los pueblos que habitaron por siglos ese Nuevo Mundo estaban conectados entre sí, ni aspiraban a internarse en el océano más allá de sus costas. España unificó América e incorporó un continente al resto del mundo, en un proceso que constituyó la primera globalización.