Un autodidacta que abrió caminos

Dirigió el Coro Polifónico y el Coro de Cámara. Además, creó el Seminario de Canto del Teatro del Libertador San Martín.

 

Hugo de la Vega, retrato de 1993 para Opera en concierto

Es un artista de relieve dentro del universo coral por su trayectoria en los cuerpos oficiales y por la creación de agrupaciones como el Grupo Azul, el Coro de Cámara de la Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano, Coral Resonancias y el Coro Mixto de Instituto Domingo Zípoli. Una vida marcada por la entrega a una vocación: la música coral.

Con un tono de voz amable y pausado, el maestro Hugo de la Vega desliza sus años como formador en la paciencia y con claridad de conceptos al narrar episodios o añoranzas de su carrera artística.

Gran parte de esa trayectoria tuvo lugar en el Teatro del Libertador San Martín: “significa absolutamente todo, donde se desplegó mi carrera”, afirma.

 

Hugo de la Vega, retrato de 1992 para la ópera Carmen

Herbert Diehl

Alrededor de los 8 años de edad, Hugo Vega fue elegido para participar en un certamen de canto que organizó Herbet Diehl, un referente para generaciones de músicos, con el propósito de crear una agrupación de jóvenes voces.

Para tal fin, el maestro Diehl visitó varios colegios en busca de talentos. El resultado fue la conformación del Coro de Niños Cantores, que sirvió de base para la Escuela de Niños Cantores Domingo Zípoli.

La selección de las voces tuvo lugar en el Teatro del Libertador ante la presencia de los padres de los participantes sentados en la platea. “Fue una experiencia inolvidable, mis padres siempre intuyeron la importancia que tenía el canto para mí”, reconoce Hugo de la Vega.

En aquel coro estaban, además, Carlos Giraudo, quien será director de la Orquesta Sinfónica de Córdoba y creador de las orquestas Sinfónica Juvenil y de Cámara Infantil de Córdoba, y Carlos Flores, quien será director del Coro de Cámara de la Provincia.

César Ferreyra

La segunda gran oportunidad en la carrera artística de Hugo de la Vega, llegará a los 15 años de edad, cuando se abrió una vacante en el Coro de Cámara de Córdoba: “Salí ganador y estuve bajo la batuta de maestros de la talla de César Ferreyra”, subraya.

Ferreyra, fundador del coro en 1956 y gran promotor de la actividad coral en Córdoba, es una figura que De la Vega nombra continuamente en las entrevistas que le han realizado, un maestro que marcó su hacer.

“Canté con él en muchas oportunidades. Iba a los ensayos, pedía permiso y me sentaba en un rinconcito con las partituras para seguir la interpretación. Estudiaba sus gestos, sus comentarios. Me preguntaba por qué se enojaba en algunos momentos, por ejemplo, cuando comían las S. Para mí sonaba hermoso”, cuenta.

Hugo de la Vega, retrato de 1992 para la ópera Carmen

El director autodidacta

“El primer coro que formé fue el Coro de Niños y Jóvenes de la Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano -actualmente dirigido por su hija, Cecilia De la Vega-. El grupo Azul partió del Manuel Belgrano. Nunca nos movimos de Córdoba, pero fuimos conocidos por todo el país”, recuerda con cariño el director y arreglador musical.

El nombramiento como director del Coro Polifónico tuvo lugar en los años ´80. Fue un desafío: “Nunca había hecho óperas, por lo tanto, me tenía que poner a estudiar sí o sí, historia, leer las partituras, autores, etc., de óperas y de repertorio sinfónico coral. La dirección del Coro Polifónico me obligó a estudiar todos los acontecimientos que han sucedido en la ópera”, comenta el director.

“Soy autodidacta -explica-, no tengo título. Los integrantes del coro eran profesores y no les agradaba mucho que los dirigiera un ´orejero´. Pero el arte está por encima del papel”, expresa.

Con De la Vega se formaron los maestros Matías Saccone, actual director del Seminario de Canto, Santiago Ruiz, director del coro de la Cantoría de la Merced y de la Orquesta Municipal de Cuerdas de Córdoba, Esteban Conde Ferreyra, quien tiene a su cargo el Coro Municipal de la ciudad de Córdoba, Juan Manuel Brarda, director del Coro Polifónico Delfino Quirici y del ensamble MASMENOS, entre otros.

El semillero necesario

Faltaba un espacio para la formación de cantantes profesionales en el coliseo proyectado por Francisco Tamburini. De esta necesidad, nació el Seminario de Canto del Teatro del Libertador San Martín, en donde la experimentación y la interpretación de los más diversos registros será un axioma del elenco. El debut aconteció el 29 de julio de 1990.

“Con el seminario empezamos a incursionar en lenguajes que no se veían en los cuerpos oficiales -señala-. Hacíamos propuestas poco habituales como una coreografía para un concierto sinfónico coral. Lo primero que hicimos fue buscar estilos, no restringirnos. Nutrirnos”.

“Inventábamos, explorábamos -continúa-. A una obra de orquesta y coro, le agregábamos movimiento, coreografía, vestimenta”, cuenta De la Vega, a la vez que destaca el trabajo de Fanny Pérez, encargada de las distintas puestas en escena.

Sobre las tablas

Desde puestas en escena con gigantes muñecos de dos metros en Amor sin barreras, pasando por los negro spirituals con Mandingo, hasta nuestro folclore, el seminario vivió la música como un verdadero acto de múltiples disciplinas.

“De esta manera, cada chico podía vivir lo que se interpretaba a través del canto, pero también con los bailes, con la vestimenta, con otros elementos”, recalca el maestro.

Como la Suite para la buena tierra, un poema de Félix Luna en colaboración musical con Miguel Ángel “Chany” Inchausti, integrante del grupo folclórico Los Arroyeños.

La obra cobra una singular notoriedad ya que está basada en distintos ritmos folclóricos siguiendo los movimientos característicos de la tradición musical europea: Huayno -allegro-, Vidala -andante-, Chacarera trunca -allegro- instrumental, Milonga -andante- y Chaya -allegro-.

“Aquí se esconden los misterios de las cruzas, /de las aguas, /de las plantas y de las bestias, /cada hombre que depende de sus frutos, /es un canto de alabanza a su grandeza”, resuenan las palabras del historiador Félix Luna al ritmo de un huayno, en “alegoría al trabajo del indio en la tierra”, explica De la Vega.

El Seminario de canto en la actualidad

El reconocimiento de Les Luthiers

De la Vega hizo bandera con una nueva obra, en esta oportunidad, el desafío se titulaba Cardoso en Gulevandia (ópera bilingüe), cuya autoría corresponde a Les Luthiers, el popular grupo musical humorístico argentino.

“Hicimos la puesta en escena con Fanny Pérez -cuenta De la Vega-. Todo el vestuario nos lo brindó el Teatro del Libertador. Fue un trabajo en conjunto, los chicos también presentaron sus propias creaciones”.

A raíz de la puesta, Les Luthiers invitó al seminario a participar en el festejo por los 40 años del grupo humorístico. “Esto significó que con Fanny Pérez viajamos a Buenos Aires y contamos lo que habíamos realizado”, recuerda el maestro.

Interés por la música folclórica

Para el maestro Hugo de la Vega, el repertorio folclórico aún tiene un espacio pendiente que ganar. “Dentro de la música folclórica, hay poetas maravillosos como Manuel José Castilla, Hamlet Lima Quintana, Ariel Ramírez, Félix Luna, quienes han hecho aportes a la música argentina que pocos países han tenido semejante oportunidad”, enfatiza el director.

Más adelante, remarca: “el folclore ha sido una cuestión de peleas y luchas el incorporar la música folclórica en los cuerpos artísticos. Y es una música tan rica: una cosa es el litoral, otra el sur, cada una tiene su propia riqueza”.

“La música es un fenómeno muy difícil de explicar. La música pasa de un momento a otro, es como el río. Hay que vivenciar la música, lo que produce en ese instante”, concluye Hugo de la Vega.