La percusionista jujeña que toca las congas con Carlos La Mona Jiménez y atiende pacientes en su consultorio psicopedagógico dará un taller en el Museo del Cuarteto el próximo sábado 13 de abril con entrada gratuita. Una trayectoria intensa, la música como una herencia familiar y su pasión por unir sus profesiones.
Laura Repezza es percusionista nacida y criada en San Pedro de Jujuy. La música atraviesa a su familia por completo: su papá es cantor y guitarrista de folcklore y su mamá toca música clásica en el piano. Sus primeros instrumentos fueron cajas de cartón, tarros de dulce de leche, ollas y tuppers y a los 5 años comenzó con clases de guitarra, pero en el grupo eran todos guitarristas y faltaba percusionista. Laura fue elegida por su profesor para ocupar ese lugar en el bombo leguero para que haga “algo con las manos” ya que no se podía quedar quieta y, desde ahí, no paró de tocar.
Una infancia entre guitarras y bombos
Su primer bombo llegó el día de su cumpleaños, pero el mismo día que llegó, se fue: “Mi mamá había guardado la torta de cumpleaños arriba de la heladera para que mis hermanos y yo no la comamos antes del cumple, pero yo espere a que todos estén durmiendo siesta para ir a buscar esa torta y comerla a escondidas. No tuve mejor idea que treparme encima del bombo para llegar arriba de la heladera, que era bastante alta para mí, pero se rompió el parche y me quede sin bombo”.
Cuando Laura tenía 7 años sufrió un accidente por el cual su pierna derecha quedó muy afectada y pasó mucho tiempo en el hospital: “Recuerdo que mi papá apareció con un teclado chiquitito y auriculares. Esa noche me enseñó a tocar la canción de “Popeye” y me explico que en la sala hay otros niños y niñas que también sienten mucho dolor al igual que yo y, por ende, no podía hacer percusión con un bombo leguero y por eso el teclado tenía auriculares. Yo estaba mal anímicamente, pero él me trajo música para recordarme que la vida es preciosa; me enseñó que la música es la manera más íntegra de honrar la vida y con ella nada malo va a pasar”. En uno de los paseos que le permitieron durante la internación, el papá de Laura la llevó a la plaza donde vio por primera vez una batería y se enamoró de ella. Al volver al hospital le dijo a su médico que debía volver a caminar como sea porque ella iba a ser baterista. Y vaya si lo logró.
La música y la psicopedagogía, una fusión perfecta
Laura Repezza pasó gran parte de su escuela primaria en silla de ruedas y dice que le gustaría haber transitado esa etapa en el entorno de una educación inclusiva, pero el tiempo y el contexto era otro. Esta es una de las razones por las que decidió estudiar psicopedagogía: “Mi formación permanente en relación a la educación y a la neurociencia se debe a que considero que la educación es el pilar fundamental para el progreso de un país y la idea de trabajar en el campo clínico detectando estilos de aprendizajes y realizando intervenciones para lograr que las personas se potencien y lleguen a su zona de máximo desarrollo disfrutando el placer de aprender simplemente me fascina. Me emociona día a día tanto la clínica psicopedagógica como la escuela y me llena el alma entrar caminando al Ministerio de Educación Técnico de la Provincia, para trabajar en inclusión educativa de estudiantes con discapacidad”.
La percusionista y psicopedagoga encuentra el sincretismo entre sus dos profesiones al explicar los efectos de la música en el cerebro contemplan una mejoría en los procesos de la memoria, aspectos comprensivos y la atención e, incluso, en el estado de ánimo: “Por ejemplo, para ser la conguera de la Mona Jiménez necesito utilizar estrategias de aprendizaje cuando él baila una canción, porque es necesario prestar atención a lo que están haciendo sus pies y estar concentrada para ensamblar con mis compañeros y también atenta a un repique del Conejo Rivarola en donde anticipe que ingresa la percusión como una aplanadora para vibrar alto alegrando los corazones de miles de jimeneros que están en el baile. Yo no podría ser solamente música, o solamente psicopedagoga, porque soy una obrera de la música que aprende constantemente. La música está en todo lo que hago y la psicopedagogía atraviesa cada momento desde que empieza mi día. Amo la vida que elegí vivir”.
Ser mujer en el cuarteto
El talento de Laura salta a la vista, pero ella atribuye su éxito a las personas con las que se cruzó en este intenso camino de la música que le enseñaron, de manera noble, un mundo nuevo. El cuarteto le abrió a Laura las puertas desde el año 2014, cuando recién llegaba a Córdoba. El sonidista de la Mona (Enzo Chandia) se comunicó con Laura para que se presentara a la audición de percusión para la banda en 2021.
Carlos le recalcó que las percusiones van adelante donde hay muchísima exposición. Ella quería estar atrás como cuando toca la batería, pero tanto ella como sus compañeras de banda, Cele y July, empezaron a recibir muchos mensajes de mujeres que les contaban que iban a empezar a tocar percusión a raíz de verla al frente: “Incluso había muchísimas chicas que ya tocaban desde hace rato y no se animaban a ingresar al cuarteto. Es increíble la cantidad de mujeres músicas talentosas que hay en Córdoba y es maravilloso que se visibilice esto. La mujer en el cuarteto es la representación del empoderamiento. Siento orgullo por cada mujer música en el cuarteto”.
Un gran presente laboral
Laura destaca su trabajo con la Mona Jiménez como una forma más de inclusión: “La Mona siempre ha sido un gran ‘decidor’ social empoderado de valentía para poder decir las cosas que dice y es por eso que tiene todo mi respeto. Trabajar con un artista tan genuino, original y carismático como Carlos La Mona Jiménez, me recuerda día a día todo el bien que se puede hacer por los demás, ya que la música que hacemos incluye a todos los sectores sociales y es por eso que es tan importante vibrar alto para que el mensaje de alegría llegue”.
La percusionista sostiene que lo más maravilloso de la historia del ritmo del cuarteto, en confluencia con el movimiento “jimenero”, es el hecho de la importancia del tambor para unir bandos ideológicamente opuestos lo que demuestra que la música, como forma de expresión artística, puede trascender cualquier diferencia social, económica, política y hasta de fronteras, porque lo que tiene para decir un tambor, va más allá de las banalidades de la vida y “nos eleva al lugar del arte”. Sobre su sentir arriba del escenario, Laura explica: “Si hay algo que atrapa del fenómeno Mona Jiménez es vivenciar empíricamente, en cada show, la magnitud de personas unidas por el folclore cordobés llamado cuarteto, bailando en ronda sin importar las clases sociales, económicas, políticas, o incluso ideológicas, porque la Mona ha logrado trascender más allá de la popularidad, plasmando en el arte, lo que las personas no pueden decir con su propia voz, transformando el dolor, la injusticia, el duelo, el sufrimiento, la angustia, el cansancio, las historias de vidas más intensas y hasta el amor que no fue, en una salida a la felicidad. A la unión socio-cultural e intergeneracional que la Mona ha propiciado, se agrega el componente del tambor como forma de empoderamiento social”.
Un taller a puro ritmo
El próximo sábado 13 de abril de 11 a 13 Laura Repezza liderará el taller “Percusión en el cuarteto” con entrada gratuita. Será un taller donde se abordará el concepto de la percusión afrolatina en el género del cuarteto visto desde el estilo de la Mona Jiménez. Además, quienes tengan conocimiento en percusión podrán sumarse de forma vivencial tocando las congas con Laura. Para participar es necesario inscribirse a través de la cuenta de intsagram del Museo del Cuarteto: @museodelcuarteto