La huella de la historia marcada en el camino

Las postas del Camino Real, Las Piedritas, Pozo del Tigre y Santa Cruz, cambian su horario de atención al visitante. Estos mojones de historia unieron Córdoba con el Alto Perú desde los tiempos de la colonia.

Exterior de la Posta Piedritas
Exterior de la Posta Piedritas

Tres de los sitios postas están bajo la custodia y conservación de la Dirección de Patrimonio Cultural de la Provincia de Córdoba, organismo que depende de la Agencia Córdoba Cultura. Los sitios pueden visitarse de viernes a domingos y feriados de 11 a 17, hasta el lunes 4 de diciembre. A partir del martes 5 de ese mes, las postas reciben al público de martes a domingos y feriados de 11 a 17.

En una sintética descripción de esta ruta, publicada por el Instituto de Estudios Histórico Roberto Levillier, el historiador Luis Calvimonte expone: “La primera traza del camino real en el norte de Córdoba, fue el camino recorrido por los fundadores de la ciudad de Córdoba en 1573. El fundador don Jerónimo Luis Cabrera partió de Santiago del Estero llegando a Quillovil -hoy Villa de María del Río Seco-, primer paraje que transitó en jurisdicción de la provincia. Continuando hacia Guayasacate, Chipitín -hoy San José de la Dormida-, CunisacateLas Peñas-, Cavisacate –Villa del Tototal-, Sinsacate, Ministalaló, hasta llegar a las márgenes del río Suquía”.

La ruta se hizo conocida como Camino Real del Bajo. A mediados del 1700, con el establecimiento del servicio de postas y correos por parte de las autoridades virreinales la ruta adoptó la denominación de Camino Real al Perú.

Atardecer en la Posta San Cruz
En su estudio acerca de La ubicación geográfica de las antiguas postas en el Camino del Norte, Luis Calvimonte cuenta: “Estos establecimiento estaban a cargo de una persona que debía desempeñarse en el cargo de maestro de postas. También se disponía que estas personas debían ser significativas en la región, la que debía gozar de ciertas obligaciones y privilegios”, cuenta el historiador.

Durante el periodo de la conquista y colonización del territorio, las postas fueron lugares de tránsito de religiosos de distintas órdenes y caracteres individuales de distinta índole, comerciantes, arrieros, troperos, virreyes.

A principios del siglo XIX y con el grito de libertad en boca de los patriotas, “estos caminos y postas fueron testigos del paso de los ejércitos patriotas comandados por Belgrano, San Martín, Balcarse, Rondeau, Ortíz de Ocampo, entre otros”, refieren los historiadores Luis Calvimonte y Alejandro Moyano Aliaga en el libro El antiguo Camino Real al Alto Perú en el Norte de Córdoba.

También testimonian estas viejas huellas el tránsito azaroso de hombres que marchaban hacia la tragedia, como Santiago de Liniers, el gobernador Gutiérrez de la Concha, y su comitiva, apresados y luego fusilados, y Juan Facundo Quiroga, que recorría los últimos tramos de estos caminos rumbo al fatídico paraje de Barranca Yaco”, agregan Calvimonte y Moyano Aliaga en la obra que publicó ediciones El Copista. La administración del sistema de comunicaciones estaba regulada por la Ordenanza General de Correos, Postas, Caminos y demás Ramos Agregados, que el rey Carlos IV emitió en el año 1794.

Maestro y Postillón

La administración del sistema de comunicaciones estaba regulada por la Ordenanza General de Correos,

Sello de un servicio postal del siglo 19
Sello de un servicio postal del siglo 19

Postas, Caminos y demás Ramos Agregados, que el rey Carlos IV emitió en el año 1794.

El Maestro de Posta y los Postillones eran dos oficios formales en la estafeta. El Maestro debía ser una persona de buena reputación, estaba autorizado a tener posada y mesón en el lugar. “Los Maestros de Posta y Postillones no darán caballos al que no los traiga de la posta antecedente”, dice el reglamento. “Por ningún caso ni motivo tratarán mal los Maestro de Posta de obra ni de palabra a los sujetos que corran. Y por el contrario los atenderán, procurando auxiliarlos en cuanto necesiten, pena de ser depuesto de su empleo”, señala la ordenanza.

El Postillón era un subordinado del Maestro de Posta. Básicamente su función era la de ir de punta de lanza de las caballerías. “Correrán los Postillones en los tránsitos delante y a vista de las personas que acompañen y a corta distancia para poder volver con prontitud a darles auxilio a cualquier caída u otro acontecimiento que le sucediera”, indica el reglamento Real.

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