Hoy se celebra el Día del Escritor para destacar la labor de autoras y autores nacionales en coincidencia con el nacimiento de Leopoldo Lugones.
Lugones nació el 13 de junio de 1874, en Villa de María del Río Seco, y murió en una trágica circunstancia al quitarse la vida el 18 de febrero de 1938, en una isla en El Tigre.
Autor versátil, su genio creador tiene la capacidad de adaptarse a formatos de distinta naturaleza.
Escribe poesía, narrativa y ensayo, también se dedica al periodismo y la historia.
Por otra parte, se desempeña como pedagogo, docente y traductor. En el orden de las ideas políticas, Lugones también muestra versatilidad, ya que del temprano anarquismo del periódico La Montaña pasa al discurso de “La hora de espada”.
En reconocimiento a su labor literaria, la Agencia Córdoba Cultura publica este año una “Antología poética de Leopoldo Lugones” a 100 años del nacimiento del autor, con selección y prólogo de Leandro Calle y César Vargas.
La operación Martín Fierro
En 1913, Lugones da una serie de conferencias acerca de “El gaucho Martín Fierro”, el poema narrativo de José Hernández, publicado en dos partes en 1872 y en 1879 como “La vuelta”.
Esta interpretación del gaucho Martín Fierro tiene un interés capital para la cultura argentina, ya que consagra a la obra de Hernández como el libro nacional, cuando se da en Argentina un “proceso de gauchización de la cultura”, según la definición de Noe Jitrik en la reedición de “El payador” – Colección Reediciones y Antologías, Biblioteca Nacional (2009)-.
Leopoldo Lugones ve en el gaucho de la llanura al auténtico ser nacional, en un país que busca los rasgos constitutivos de su identidad, mientras recibe la “chusma ultramarina” en barcos que arriban cargados con miles de inmigrantes de distintas partes del mundo; entre 1880 y 1916, más de 4 millones fijaron residencia en el país.
“El hijo de la Pampa”
La personificación del gaucho que Leopoldo Lugones eleva a la máxima categoría del ser nacional es el arquetipo de la llanura, “héroe y el civilizador de la Pampa”.
[blockquote author=”Leopoldo Lugones”]“En este mar de hierba, indivisa comarca de tribus bravías la conquista española fracasó. Ella había civilizado las montañas, asentando en sus mesetas, el frescor adelgazado ya en vértigo, los Potosíes y los Quitos; o topografiando en audaz catastro los mismos escoriales de volcán, con las tapias de sus Guatemalas y sus Pueblas”[/blockquote].
El autor de los “Romances del Río Seco” resalta la capacidad del personaje de la llanura su adaptación a la aspereza del medio: “Quedaban aún los extremos rigores del clima, con aquellas escarchas que brillaban bajo la luz de la luna hasta en el lomo del caballo atado a soga, o con aquellas siestas en que sudaban los perros y morían de insolación las perdices bajo los pastos”.
Sin embargo, para el gaucho que huye del fortín y se convierte en fugitivo, “el desierto ofrecía encantos irresistibles en lo infinito de su libertad y en el heroísmo de su vida vagabunda”.
“La poesía gaucha”
“Yo no soy cantor letrao, / mas si me pongo a cantar, /no tengo cuando acabar / y me envejezco cantando: / las coplas me van brotando como agua de manantial”, dice Martín Fierro.
La copla está presente en casi toda reunión en la vida del personaje de Leopoldo Lugones: “Hasta en los juegos de carreras, tabas y naipes, que constituían las reuniones principales de la campaña; en las comilonas que sucedían a las hierras; en los bailes con que se festejaban algún casorio o la incorporación de algún angelito al cielo, por muerte de niño, mostrábase el gaucho taciturno”, cuenta “El payador”.
En ese ambiente de campo, la pulpería puede convertirse en una especie de reñidero, cuando dos payadores disputan sus aventuras en verso. “Los gauchos llegaban con sus parejeros de carrera y sus gallos -cuenta el autor-. Pronto disponían en el suelo aplanado, canchas para la taba. Otros concertaban sobre el mostrador, partidas de truco y de monte. Allá buscábanse los valientes de fama ´para tantearse el pulso´ en duelos provocados por una trampa de juego, una pulla o un poético lance de contrapunto (…) Tratábase de certámenes improvisados por los trovadores errantes, o sea las payadas en que se lucían los payadores”.
El uruguayo Bartolomé Hidalgo está considerado entre los precursores de la poesía gauchesca. Es autor del “Diálogo patriótico interesante entre Jacinto Chano, capataz de una estancia en las Islas del Tordillo, y el gaucho de la guardia del Monte”. Bartolomé Hidalgo nació en 1788 en Montevideo y murió en 1822 en Buenos Aires.
En un pasaje de la obra, el capataz Chano explica al gaucho de apellido Contreras: “De todas nuestras provincias / se empezó a hacer distinción, / como si todas no fuese / alumbradas por un sol; / entraron a desconfiar / unas de otras con tesón, / y al instante la discordia / el palenque nos ganó, / y cuanto nos descuidamos al grito nos revolcó”.
Otra obra insignia del género es “Santos Vega o los mellizos de la flor. Rasgos dramáticos de la vida del gaucho en las campañas y praderas de la República Argentina”, escrita por Hilario Ascasubi.
“Como todo poema épico -dice Lugones-, el nuestro expresa la vida heroica de la raza: su lucha por la libertad, contra las adversidades y la injusticia. Martín Fierro es un campeón del derecho que le han arrebatado: el campeador del ciclo heroico que las leyendas españolas inmortalizaron siete u ocho siglos antes: un paladín al cual no falta ni el bello episodio de la mujer afligida cuya salvación efectúa peleando con el indio bravo y haciendo gala del más noble desinterés. Su emigración a las tierras del enemigo, cuando en la suya le persiguen, es otro rasgo fundamental. Y esto no por imitación, siquiera lejana; sino porque así sucedía en efecto, siendo muchos los gauchos que iban a buscar el amparo de las tribus, contra la iniquidad de las autoridades campesinas”.
Más allá de cualquier valoración estética sobre “El gaucho Martín Fierro” y “La vuelta”, la obra de José Hernández adopta una singular trascendencia gracias al estudio que Leopoldo Lugones desarrolla en la serie de conferencias realizadas en 1913 en el Teatro Odeón, y publicadas en 1916 en “El payador”.
Les recordamos que hasta el 15 de agosto están abiertas las inscripciones para el Premio Literario Provincia de Córdoba. Las bases se pueden consultar AQUÍ.
Un escritor gigantesco
Sin ninguna duda, Leopoldo Lugones, que nació un día un 13 de junio de 1874, hoy al pie del Cerro del Romero en Villa de María del Río Seco, ocupa un lugar descollante en las letras argentinas y americanas.
Sus cambiantes posiciones ideológicas y políticas han generado y seguirán generando polémicas y debates que, empero, no logran oscurecer su enorme y valiosa producción intelectual, desde sus poemas hasta sus notas periodísticas, pasando por los ensayos, los cuentos, las biografías y los relatos históricos. Todo lo hizo con pasión y una gran fuerza creadora. Es por eso que sus contemporáneos le otorgaron, en 1926, el Premio Nacional de Literatura y lo designaron, poco tiempo después, presidente de la Sociedad Argentina de Escritores.
También fueron notables sus aportes a la educación en la Argentina, con la fundación del Instituto Nacional del Profesorado Secundario y la creación de las cátedras de Dibujo y Educación Física.
Sin olvidar, tampoco, que sus conferencias sobre el Martín Fierro permitieron rescatar del olvido la obra de José Hernández y transformar su poema fundamental en un auténtico signo de identidad de las letras nacionales. Sus textos siguen siendo ineludibles para entender la cultura argentina. Y los cordobeses se sienten orgullosos de que haya nacido en nuestra Provincia.
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