Inaugurado el 26 de abril de 1891, el Teatro del Libertador General San Martín atesora una sensibilidad exquisita.
Aunque la evocación no se ajusta a la dimensión de su legado, el artista plástico y decorador Arturo Nembrini Gonzaga está presente en casi todos los rincones del Teatro del Libertador General San Martín; también en otro edificio emblema de la ciudad, como la histórica sede del Banco Provincial sobre calle San Jerónimo.
De cuna noble, nació en Italia el 2 de septiembre de 1852 en Zara, capital del reino de Dalmacia, señala Julio Rebaque de Caboteau en “Teatro del Libertador General San Martín”. Tenía el título de marqués “sin perturbar absolutamente su modestia y fina educación”, comenta Julio Maldonado en “La Córdoba de mi infancia”. “Era un hombre de 40 años, de estado civil viudo, muy simpático y educado”, agrega el autor.
Para 1887, estaba radicado en nuestra ciudad. Tenía su taller en el entonces barrio “Pueblo General Paz”, apunta Efrain Bischoff en “Memorias del Rivera”.
El 13 de septiembre de 1889, el Gobierno de Córdoba firmó con Arturo Nembrini Gonzaga el contrato para los trabajos de embellecimiento del flamante “Teatro Nuevo”.
Un estudio de Rafael Ferraro atribuye al artista italiano el magnífico telón de fantasía, recuperado con la última restauración del teatro. En el telón de proporciones tales que cubre la boca del escenario, se aprecia la Patria con el estandarte de la Libertad.
“El artista no solamente fue puntual (el trabajo fue concluido cinco meses después de la firma del contrato), sino que su tarea ganó la admiración de quienes, el 26 de abril de 1891, concurrieron al acto inaugural del nuevo coliseo”, resalta Artemio Rodríguez en su libro “Artes plásticas en la Córdoba del siglo XIX”.