El reconocido coreógrafo, bailarín y ensayista italiano, Claudio Gasparotto, desarrolla el laboratorio y taller.
El taller es organizado por el área de Danza Contemporánea en colaboración con el apoyo del Istituto Italiano di Cultura (Córdoba). La actividad concibe a la danza como un arte abierto a todas las personas, que conecta a los seres humanos con la naturaleza y el cosmos.
En Italia, Gasparotto encabeza una asociación conocida como Movimiento central. Esta agrupación “nació para apoyar una cultura de la danza como arte abierto a todos en virtud de su poder educativo y vital, de acuerdo con un método de enseñanza que coloca el valor y el respeto por el cuerpo, su escucha, su importancia en primer lugar, la exploración de su inteligencia”, argumenta el coreógrafo.
Las clases parten de motivos de reflexión acerca del tema que se trate en cada jornada. Esos conceptos bien pueden aplicarse a otros órdenes de la vida u otras disciplinas artísticas.
“Cómo transformar el yo pequeño, egoísta y egocéntrico, en un yo grande, respetuoso de la dignidad de la vida y ¿compasivo?”, se propone Claudio Gasparotto.
Este taller intenta poner en marcha una experiencia, un camino de búsqueda, en la que cada participante es el vehículo para alcanzar ese objetivo.
Para Gasparotto, la belleza reside en el “respeto inquebrantable por el cuerpo humano, por sus limitaciones y sus cambios determinados por la vida”.
El maestro Gasparotto estimula la reflexión a partir del intercambio de textos e imágenes sobre distintos temas, lo cual sedimenta una base reflexiva muy fuerte, señalan desde el área de Danza Contemporánea.
A lo largo de los encuentros, Gasparotto es acompañado por el arquitecto y semiólogo Rocco Mangieri, quien estudió con Umberto Eco la semiótica de las artes. Mangieri realiza estudios de antropología teatral en el Laboratorio del Odin Teatret de Eugenio Barba y Julia Varley. Dirige el Laboratorio de semiótica y socioantropología de las artes, Universidad de Los Andes-Mérida.
El músico italiano, Fabio Mina, por su parte, también participa en el taller a través de piezas musicales propias. Flautista instrumentista múltiple, Mina se aparta de la interpretación purista del instrumento y concibe al viento como un símbolo de imprevisibilidad, fuerza, paz y también de mutación y tensión.