El creador del órgano de formación de cantantes profesionales repasó la historia del coro, que este miércoles 29 de julio cumplió 30 años de actividad.
El director del Seminario de Canto del Teatro del Libertador General San Martín, maestro Matías Saccone, junto al director del teatro, Hadrian Ávila Arzuza, presentaron al padre del seminario en un encuentro en formato de charla que se realizó este miércoles 29, a través de la plataforma Zoom, en el marco del ciclo de Charlas Abiertas.
Frente a una cálida ovación del público al pronunciar su nombre, la pantalla dio lugar a la disertación preparada por Hugo De la Vega, en una invitación a repasar anécdotas y sentimientos de las piezas que transcurrieron durante estos 30 años de actividad del Seminario de Canto.
Respuesta a una necesidad
“El seminario nace como una necesidad que había en ese momento (año 1990) en Córdoba, de que los postulantes a ingresar a los cuerpos oficiales, que en aquel entonces se trataba del Coro Polifónico de Córdoba y el Coro de Cámara de la Provincia, con sus respectivos directores, tuvieran una mejor preparación para acceder esos cargos, que eran solventados”, comenzó diciendo Hugo de la Vega.
En ese momento, el maestro cumplía dirigía el Coro Polifónico del Teatro del Libertador. “Cuando me tocó, al principio, escuchar a los postulantes para el seminario me di cuenta de que estaba lejos de las exigencias de los cuerpos oficiales -recordó-. Me puse a escarbar los papeles para saber por qué el Coro de Cámara y el Coro Polifónico no tenían seminarios, mientras que organismos como el Ballet Oficial la Comedia Cordobesa, sí los tenían”.
El decreto N° 1842, de 1960, fue el motivo para que De la Vega articulara sus esfuerzos para darle vida a esa incipiente idea que sería el Seminario de Canto. Junto a Fanny Pérez, a quien distingue en más de una ocasión y un grupo de colaboradores, la propuesta “mejoró notablemente”.
Los inicios
“Al principio, el seminario nació bajo el nombre de Coro Polifónico Juvenil y tuve que aclarar bastantes batallas para que no se sintieran molestos los del Coro Polifónico de la Provincia -reveló-. No les gustaba nada que apareciera un cuerpo que llevara un nombre parecido. Con el tiempo, se le cambió el nombre y quedó como Coro del Seminario”.
“Ahí comenzó la ´Odisea 2001´ en el espacio, había que inventar todo desde un buen nivel”, subrayó el maestro.
Junto a Pérez, se plantearon estrategias y miradas que acercaron al seminario a un laboratorio de experimentación. “En esa búsqueda, empezamos a proponer escenas nuevas como de ponerle una puesta escénica a un montículo de canciones de jazz”, añadió.
Una historia interpretada
Entre las más diversas obras y anécdotas que despertaron risas y emociones de su parte, De la Vega relató un episodio que ejemplifica el compromiso, el amor y la pasión puestas en la tarea puede resultar la obra Jazz sin barreras, cuyo nombre original es la célebre Amor sin barreras, de Leonard Bernstein.
“No podíamos poner Amor sin barreras -comentó-, ya que no estábamos en condiciones de pagar nada”, contó a la que vez remarcó que el propio organismo solventó los costos de todas las puestas que llevó a cabo en estos 30 años.
El coro también estimuló una intensa labor actoral: “En eso, Fanny trabajó muchísimo. Al principio se rieron hasta que se dieron cuenta de que era un mecanismo muy necesario para soltar el cuerpo. Yo también aprendí ahí que cuando el coro canta, si el cuerpo puede moverse, es mucho mejor”.
“Esto ayuda a dejar de pensar solamente en el sonidito y dejar de ser un canario- afirmó De la Vega desde su cámara-. Dejar de ser una herramienta silvestre para tener consciencia clara del mensaje que quieren dar”.
Entre las enseñanzas, De la Vega recordó de qué modo la maestra Fanny Pérez le enseñó zapateo americano a los integrantes del coro para darle movimiento a la pieza. “Hizo bailar hasta los que tenían pata de palo”, ironizó.
El abanico de obras interpretadas por el seminario demuestra versatilidad como disfrute en la práctica. El mismo incluye Mandingo, obra interpretada con el Ballet Contemporáneo “Anaconda”, con la maestra Emilia Montagnoli, la Suite para la buena tierra, de Miguel Ángel Inchausti, y Mujeres, de Ariel Ramírez. Cantar al frente de Les Luthiers fue otro pasaje inolvidable.
Otro episodio memorable, que De la Vega recordó en la charla, fue el homenaje a Gustavo “Cuchi” Leguizamón en la Capilla de San Francisco, en Salta, en presencia del propio compositor. “Fue una de sus últimas apariciones. Cuando se abrió la puerta y entró el Cuchi Leguizamón, fue muy emocionante. Se le cayeron unos lagrimones que el coro paró por la emoción”, comentó.
Matías Saccone, el discípulo
“No elegí mal cuando lo elegí a Matías Saccone para que siguiera el rumbo del seminario -aseguró sobre quien fue su alumno-. Matías le dio una organicidad que al coro le hacía falta. Yo era mucho más improvisado. No tenía ninguna chance de estar solicitando cargos, ni puestos ni todo lo demás. Matías supo ordenar muy bien el espacio del seminario. Le dio un lugar adecuado y respetado”.
“Matías hizo un trabajo importantísimo porque hoy, (el coro) tiene un espacio merecidísimo. Mucho más prolijo, más orgánico, y eso es lo que necesitan los cuerpos que se van preparando para una tarea posterior, mayor criterio”
Tenacidad y esfuerzo
“Nací en el teatro”, enfatizó el maestro De la Vega sobre sus inicios en la música, cuando a los 8 años de edad tuvo su audición invitado por su maestro, Herbert Diehl, en la sala principal del Teatro del Libertador San Martín.
Cuando recordó los inconvenientes en los inicios del Seminario de Canto, trabas, problemas para conseguir salas de ensayo, el maestro relacionó ese tiempo con su niñez: ”Me recuerda a mi infancia, porque el maestro Herbet Diehl buscaba en un pasillo, sin luz, un lugar en donde nos ponía a cantar. Me hacía recordar el empecinamiento que tenía Diehl a pesar de los inconvenientes”.
La charla completa está en el siguiente en lace: https://youtu.be/XOfvF-7_T5s
Charla abierta con el maestro Hugo de la Vega.
Mujeres Argentinas, de Ariel Ramírez, (Saccone) | Suite para la Buena Tierra, por Miguel Ángel Inchausti -(De la Vega)
