La sala principal del Teatro del Libertador San Martín lleva el nombre de “Francisco Tamburini”, en reconocimiento al ilustre arquitecto que diseñó obras emblemáticas para el país.
Proyectó edificios públicos de gran significación durante la llamada Generación del ´80 en Argentina. Un fuerte impulso renovador en las instituciones de gobierno, digitadas por el Partido Autonomista Nacional en la persona de Julio Argentino Roca, una importante fuente de caudales, producto de la exportación agropecuaria y empréstitos públicos, sirvieron para levantar la Argentina del Centenario que en buena medida sigue en pie y es parte del patrimonio cultural.
En la ciudad de Buenos Aires, Tamburini diseñó el Palacio de Gobierno al conectar la antigua Casa de Gobierno (ala izquierda) con el Palacio de Correos y Telégrafos (ala derecha) mediante un gran arco central que unió ambos edificios ya existentes.
Tamburini proyectó el Teatro Colón, su obra máxima según algunas fuentes. Una obra que el arquitecto no alcanzó a ver concluida porque murió unos años antes de su terminación. La construcción fue continuada por otro arquitecto italiano, Vittorio Meano. Este último tuvo una muerte trágica, por lo que cual la terminación del teatro quedó a cargo del arquitecto belga, Julio Dormal; fue inaugurado en 1908.
El infatigable constructor
Francisco Tamburini nació el 29 de enero de 1846, en Ascoli Piceno, y murió 3 de diciembre de 1890, en Buenos Aires. Tras ejercer distintos cargos docentes en Urbino, Pisa y Roma, “el embajador de la República Argentina en Italia, Antonio del Viso, fue encargado por el presidente Roca para contactar a un arquitecto italiano que coordinara el proyecto y la construcción de edificios públicos a fin de conferir a Buenos Aires el aspecto de una moderna capital”, cuenta el libro “Italianos en la arquitectura argentina”, publicado por el Centro de Documentación de Arquitectura Latinoamericana (2004).
“Para Córdoba proyecta el Teatro Nuevo (luego Rivera Indarte, actual Teatro del Libertador San Martín), el Banco Provincial, el Hospital de Clínicas, el Asilo de Huérfanos (Casa Cuna), la Penitenciaría (barrio San Martín) y presumiblemente el Mercado de San Vicente. Distintos programas y tipologías a resolver con el respaldo de sólidos conocimientos técnicos, artísticos y de diseño, imprimiendo en ellos el espíritu y lenguaje del Renacimiento de su tierra”, sintetiza el arquitecto Omar Demarchi de la Dirección de Patrimonio Cultural de la Provincia.
Su arte de proyectar y construir también está ligada a la ampliación del club social “El Panal”, sitio que fue vivienda de Miguel Juárez Celman, presidente de la Nación entre 1886 y 1890, y en donde hoy se encuentra el Espacio Cultural Museo de las Mujeres.
Por otro lado, Tamburini diseñó la vivienda del ex presidente Juárez Celman en la ciudad de Buenos Aires, y el casco de la estancia “La Elisa”, en Capitán Sarmiento, donde Miguel Juárez Celman vivió una especie de exilio interior tras dejar la presidencia de la Nación.
Incansable protagonista en la materialización de un tiempo histórico, Francisco Tamburini viajó a Córdoba para proyectar sobre el terreno el Teatro Nuevo, según noticia del diario El Interior del año 1887, en “Artes plásticas en la Córdoba del siglo XIX”, de Artemio Rodríguez. Por entonces, existían otros teatros en la ciudad, el Progreso, el Edén y el Argentino, pero ninguno revestía la ornamentación, belleza y comodidades del primer coliseo público.
Un coliseo como en Europa
A propósito del teatro, el diario El Interior, en su edición del 11 de febrero de 1887, anunció que “se ha tomado como modelo el teatro mayor de Italia: es el célebre Scala de Milán que ha dado el tipo de tantos otros edificios semejantes”, según cita el arquitecto Carlos Page en su libro “La obra de Francisco Tamburini en Córdoba”, Cuadernos de Córdoba, Junta Provincial de Historia de Córdoba.
El 17 de mayo de 1887, el gobernador Ambrosio Olmos dejó a consideración de la Asamblea Legislativa el contrato para la construcción de un teatro en la ciudad. El cordobés Miguel Juárez Celman era Presidente de la República, mientras que Francisco Tamburini trabajaba en el departamento de Ingenieros Civiles de la Nación.
“Los planos del edificio, que juntamente con el contrato de los señores Rivara y Cia., acompaño original para mayor ilustración, llevan la firma del arquitecto señor Tamburini, y han sido dibujados sobre el terreno mismo, destinado para erigir el teatro, terreno de propiedad fiscal que utilizado en esa forma valorizará sus adyacencias que también son pertenecientes al gobierno”, expresó Ambrosio Olmos en su discurso, que se conserva en el Archivo Histórico de la Legislatura de Córdoba, “Nota y proyectos. Diputados, tomo 15”.
A la distancia, la figura de Francisco Tamburini se agiganta. Su paso por Córdoba alienta a imaginar el asombro de aquella serena ciudad de casas bajas, que admiró la magnificencia del teatro inaugurado el 26 de abril de 1891.
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