El lugar fue un paisaje intensamente poblado mucho tiempo antes de la llegada de la conquista española, en el siglo XVI. Evidencias materiales revelan que la población desarrolló prácticas agrícolas.
Estas son algunas de las conclusiones a las que llegan distintas disciplinas científicas, reunidas en un proyecto que estudia el modo de vida de los grupos prehispánicos que ocuparon la localidad ubicada en el noroeste de la Provincia de Córdoba.
La hipótesis de la existencia de una población relativamente estable viene abonándose desde 2012, cuando el Equipo de Investigaciones de la Sierra del Norte comenzó a realizar excavaciones en diferentes sitios arqueológicos dentro del Estudio contextual del arte rupestre del Cerro Colorado (Sierras del Norte, Provincia de Córdoba), en el marco de los procesos históricos locales y regionales.
El Equipo de Investigaciones de la Sierra del Norte está integrado por profesionales de distintas disciplinas, entre las que cabe mencionar la arqueología, la etnobiología, la palinología y la etnohistoria.
Dicho estudio, vale señalar, se ajusta a la ley 5543 de Protección de los Bienes Culturales de la Provincia y la Resolución 181 que reglamenta las actividades en sitios considerados de riesgo arqueológico y paleontológico. La Agencia Córdoba Cultura, por intermedio de la Dirección de Patrimonio Cultural, es el organismo encargado de la aplicación de la normativa para la custodia y la preservación del patrimonio.
La creencia en que una población permaneció en el lugar durante mucho tiempo cobró fuerza con el hallazgo de un espacio de enterratorio comunitario, que vio la luz a raíz de un estudio de impacto arqueológico motivado por la construcción de la red de Gasoductos Troncales, región norte. Los restos óseos humanos estaban dispuestos de distintas maneras y a diferentes alturas en un mismo sector de sedimento.
A partir de ese hallazgo, se analizaron los restos y se extrajeron pequeñas muestras que serán sometidas a exámenes de laboratorio. Se espera obtener información complementaria, por ejemplo, sobre la alimentación de estas personas.
Lugar de residencia
“Cerro Colorado está proporcionando valiosa información sobre los modos de vida de estas comunidades, lo cual nos permite no solamente comenzar a caracterizar las estrategias sociales desarrolladas en la zona, sino también
plantear claras diferencias con los grupos que ocuparon otras regiones serranas cordobesas en épocas prehispánicas”, afirma Andrea Recalde, directora del Equipo de Investigaciones de la Sierra del Norte, e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
En la Reserva Cultural Natural Cerro Colorado, la arqueología ha identificado más de 50 sitios con arte rupestre en las laderas de los cerros. Además de numerosas áreas de molienda -donde los grupos humanos procesaban principalmente vegetales-, espacios residenciales o poblados en asociación a las márgenes del río Los Tártagos y los arroyos tributarios La Quebrada, Aguas de Figueroa y Los Molles. Asociados a estos, terrenos potencialmente cultivables, es decir que pudieron ser empleados como espacios de chacras, sostiene la arqueóloga Andrea Recalde.
Recursos vegetales
Lo que despertó el asombro en el equipo de investigación fue el hallazgo de “recursos vegetales cultivados y silvestres sin precedentes para la región serrana cordobesa, que se suman al maíz, el zapallo y el poroto presentes en otros sitios arqueológicos de la provincia”.
Por primera vez en la arqueología local, se produjo el hallazgo de tubérculos que permiten sostener el cultivo, presumiblemente, de papa, batata o mandioca.
“La imposibilidad de determinar una especie en particular es porque aún faltan evidencias concretas, a través de la identificación de rasgos diagnósticos que tiene cada tipo de tubérculo presenta, que nos permita afirmar la producción y consumo de dichos recursos subterráneos”, aporta la arqueóloga Laura López.
La presencia de estos cultivos aporta datos novedosos sobre el manejo de recursos y también sobre el manejo del paisaje local por parte de las comunidades originarias.
“La información recuperada en las tareas de campo nos habilita a confirmar el cultivo de quinoa para nuestra región, dado que hasta el momento solo contábamos con los datos proporcionados por los documentos españoles del siglo XVI”, afirma Laura López, quien también es investigadora del CONICET.
Un calendario productivo
La evidencia material encontrada en el área centro oeste de la provincia permitió definir un patrón de uso del paisaje caracterizado por una amplia movilidad residencial, que implicaba el traslado de los grupos a diferentes espacios o zonas con recursos a lo largo del año. Por lo tanto, a pesar de que estas comunidades practicaron la agricultura, esta estrategia económica no determinaba la permanencia en los poblados.
“Por el contrario, en Cerro Colorado el cultivo de la papa implicaría el manejo de calendarios agrícolas diferentes ya que una variedad de esta especie tiene un ciclo de cultivo que es invernal (julio a agosto)”, sostiene Andrea Recalde.
“Esto habría dado lugar a estrategias distintas respecto a los calendarios productivos, lo cual habría impactado directamente en los tiempos de permanencia de estas comunidades en los espacios residenciales en épocas prehispánicas”, agrega la arqueóloga.
Las evidencias materiales halladas revelan una explotación intensiva del entorno de bosque chaqueño circundante a los sitios. “Cerro Colorado aporta datos nuevos al conocimiento de las estrategias económicas regionales, dado que hemos documentado frutos silvestres que fueron identificados por primera vez en los espacios residenciales trabajados en la localidad como el aguaribay y el molle de beber”, concluye la arqueóloga Laura López.
Una pregunta clave
A la vez que los estudios hechos por el equipo de investigación permiten plantear la hipótesis de una ocupación intensiva del lugar, donde las comunidades fueron más estables que en otras regiones serranas de Córdoba, surge a la luz de los datos una pregunta: ¿Desde cuándo se habría producido la ocupación en Cerro Colorado?
Sobre ese interrogante, Andrea Recalde ensaya una respuesta: “Los fechados radiocarbónicos, realizados sobre fragmentos de carbón vegetal que fueron recuperados de un fogón, y a un grano de maíz, nos permiten afirmar que los sitios residenciales estuvieron ocupados, probablemente de manera intermitente, entre el 700 y el 1550 de nuestra era”.
Ese período de tiempo corresponde, dentro del proceso histórico local, al llamado Período Prehispánico Tardío, que se desarrolló entre el 400 y el 1550 d.C. en la región serrana de la actual provincia de Córdoba.
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