Esfuerzos compartidos para preservar el patrimonio cultural

Especialista en patrimonio cultural llevan adelante tareas conjuntas  que sirven para saber más acerca de los componentes de la identidad de la Provincia de Córdoba.

 

Por invitación de la Agencia Córdoba Cultura y la Subsecretaría de Planeamiento Físico de la Universidad Nacional de Córdoba, miembros de la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos, recorrieron sitios de valor patrimonial en Córdoba. Los especialistas de cultura del Gobierno de Córdoba mantuvieron reuniones con representantes de la Nación y también de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Córdoba, en función de tareas para resguardar el patrimonio arquitectónico e histórico de nuestra provincia.

“Nuestra asistencia aporta soluciones técnicas como también protocolares acerca de cómo presentar los permisos para poder efectuar las intervenciones sobre los espacios”, dice el arquitecto Marcelo Fontaneto, miembro de la comisión nacional que visitó Córdoba junto a su colega, la arquitecta Natalia Quiroga. Por su parte, el arqueólogo Alfonso Uribe, integrante de la Dirección de Patrimonio Cultural de la Provincia, subraya la importancia de la cooperación entre las diferentes instituciones alrededor del cuidado del patrimonio.

Los especialistas investigan y buscan las soluciones pertinentes para preservar los elementos materiales que componen nuestra identidad cultural. Los sitios en los que se realizan tareas de conservación están en el Colegio Nacional de Monserrat, el Salón de Profundis, que es parte del Convento de San Francisco en calle Ituzaingó casi Corrientes, también en la Torre Sur de la Iglesia de la Compañía de Jesús, en el ex Instituto Técnico Universitario, futuro centro cultural universitario que está ubicado en Duarte Quirós y Obispo Trejo, y en la Iglesia de San Roque, en la esquina de Obispo Salguero y San Jerónimo.

Muestras de cal

El Instituto Nacional de Tecnología Industrial, a través de su programa Inti Construcciones es el encargado de tomar muestras de material en paredes y suelo, para saber cómo fue preparada la mezcla para ligar o revocar aquellas construcciones del pasado colonial.

En el Colegio Nacional de Monserrat, que este año celebra 330 años de vida, los técnicos trabajan con  mucho cuidado y pacientemente debajo de una galería que da al patio del colegio preuniversitario. Bajo el piso de la galería se encontraron restos arqueológicos que evidencian, en principio, “una estructura aparentemente hidráulica que podría ser del sector de los baños de lo que en la época de los jesuitas sería el Colegio Convictorio del Monserrat”, cuenta la arqueóloga, Alejandra Funes, miembro de la Dirección de Patrimonio Cultural de la Provincia.

De este sitio se extraen muestras de sólidos que el Instituto Nacional de Tecnología Industrial estudia en laboratorio. El análisis aporta información para saber exactamente qué materiales fueron usados para la construcción, y en qué proporciones. Conocer la composición de los restos de muros y piso es de vital importancia para encarar los trabajos de puesta en valor.

Cada paso está delimitado para evitar daños o pérdidas. “Nosotros caracterizamos los materiales que se van encontrando en estas excavaciones, lo que permite una caracterización científica y técnica que puede ser reproducible. De este modo las intervenciones sobre los sitios históricos se llevan adelante con técnicas adecuadas para poder conservarlas correctamente”, explica la arquitecta Silvana Velázquez, integrante del Instituto Nacional de Tecnología Industrial.

El perímetro donde están los restos se encuentra restringido a la circulación de estudiantes y personal colegio, a su vez, dentro del rectángulo que está siendo estudiado hay ciertas normas para desenvolverse.

A raíz de obras llevadas a cabo en 2016, quedaron a la vista pisos cubiertos con ladrillo, algunos con forma de cuadrado y otros rectangulares. El piso tiene una notable pendiente que conduce a una canaleta, por un lado, y linda con un grueso muro de piedra de 80 centímetros de espesor, en el otro extremo. El suelo de ladrillo descubierto es atravesado, a su vez, por dos cañerías hechas con tejas de barro cocido.

En líneas generales, estos vestigios del pasado urbano brindan mucha información sobre lo que fueron los sistemas hidráulicos en la Córdoba colonial. La UNESCO le da mucha importancia a esos conductos y presta especial interés por el estudio de los sistemas hidráulicos construidos por los jesuitas. Como se recordará, hace unos días se dio a conocer un canal de riego hallado en un terreno en calle Caseros, a pocos metros de avenida Vélez Sársfield, que habría conectado el arroyo de La Cañada con dependencias del centro de la ciudad.

“Esta forma de trabajo en conjunto entre diferentes disciplinas entrelaza la ciencia, el arte y el patrimonio histórico”, comenta Silvina Velázquez. En ese sentido, la arqueóloga Alejandra Funes, destacó la labor colaborativa de los distintos institutos técnicos y organismos oficiales, que trabajan en la elaboración de proyectos entre la Agencia Córdoba Cultura, la Universidad Nacional de Córdoba, y la Comisión Nacional de Lugares Histórico.

La Torre Sur

En la Manzana Jesuítica, a pocos metros del Colegio Nacional de Monserrat, el subsuelo de una de las dos torres de campanario de la Iglesia de la Compañía de Jesús es materia de estudio para el área de Arqueología de la Dirección de Patrimonio Cultural de la Provincia.

La arqueóloga Alejandra Funes cuenta que “desde la Compañía de Jesús se convocó a la Agencia Córdoba Cultura para elaborar un proyecto de puesta en valor de este espacio, un lugar que hasta no hace mucho era ocupado por una dependencia del edificio del Rectorado”. La Torre Sur es la que linda con el edificio del ex Rectorado de la Universidad Nacional de Córdoba.

Capas de historia

“Junto con la otra torre -que da a calle Caseros- el espacio era el que se usaba para acceder al campanario, mediante el atrio de la iglesia, es decir, que era de circulación interna en el templo”, revela la arqueóloga. “Hasta el momento -agrega Funes-, hemos descubierto diferentes niveles de piso debajo de la torre, lo que responde a otros rellenos descubiertos de la ciudad colonial”. Las diferentes capas de relleno evidencian  que la ciudad creció en altura para evitar inundaciones.

“El piso más antiguo sería un encalado sobre tierra consolidada, arriba del cual hay una vereda perimetral de canto rodado y cal. En cuanto a las posteriores modificaciones, tenemos una carpeta de cal con un ladrillo que se estima es de fines del siglo XVIII”, detalla Funes.

“Este proyecto está encabezado por el área de Arqueología, pero en el trabajo están vinculados historiadores, arquitectos, biólogos y restauradores. En conjunto analizamos las medidas que hay que tomar para conservar el espacio y ponerlo en valor”, sintetiza Alejandra Funes. “El último cambio que tenemos es la piedra bola que seguramente ha sido traída del río, para elevar el suelo aún más con el fin de dejarlo a la altura del piso del vecino edificio del Rectorado”, cuenta.

Como se recordará, la Orden de la Compañía de Jesús se establece en Córdoba en 1599. Hasta su expulsión por Real Cédula de Carlos III, en 1767, la orden religiosa construyó el conjunto de Estancias Jesuíticas, verdaderas unidades productivas erigidas en Santa Catalina, Jesús María, Alta Gracia, La Candelaria, Colonia Caroya y San Ignacio. En la actual ciudad capital de la provincia, establecieron la Compañía, el Colegio Máximo, la Universidad, el Colegio Convictorio Nuestra Señora de Monserrat y el Noviciado. La orden regresó a Córdoba en 1853 y se le restituyó la iglesia, la capilla Doméstica, la Residencia de los Padres, el Rectorado de la Universidad.