Institucional

El Teatro del Libertador General San Martín es uno de los pocos teatros en el mundo cuya maquinaria escénica se mantiene original y en funcionamiento. Fue inaugurado el 26 de abril de 1891.

El arquitecto italiano Francisco Tamburini proyectó el teatro en un terreno lindero a dependencias del Colegio Nacional de Monserrat. Tiempo atrás, en el período virreinal, el lugar sirvió como ranchería y talleres de la Compañía de Jesús. Por su alto valor arquitectónico e histórico, el teatro es Monumento Histórico Nacional.

Tamburini diseñó importantes obras en Córdoba, como el edificio del Banco Provincial, en calle San Jerónimo, la Casa Cuna, en avenida Castro Barros, la Penitenciaría de barrio San Martín, y algunos domicilios particulares como la sede del selecto club El Panal en calle Rivera Indarte. Además, se encargó de la estructura y ornamentación definitiva de la Casa Rosada y proyectó el Teatro Colón en Buenos Aires. Tambirini llegó a la Argentina en 1883, contratado por el Gobierno de la Nación, a cargo de Julio Argentino Roca, a través de su embajador en Italia, el cordobés Antonio del Viso.

El Poder Ejecutivo presentó a la Legislatura de Córdoba, en 1887, el proyecto de ley para la construcción de un teatro nuevo, el primer coliseo público, en la ciudad capital de la provincia. Las cámaras legislativas aprobaron la iniciativa sin modificaciones sustanciales.

Entre los argumentos del gobernador Ambrosio Olmos para lograr la aprobación, se menciona “una exigencia pública originada en el alto grado de cultura alcanzado en la provincia”, además la obligación del Estado de proteger los museos, conservatorios y bibliotecas, y promover la ciencia, las artes y la moral.

El coliseo tiene todas las comodidades y adelantos tecnológicos de su tiempo, ya que fue construido siguiendo las reglas de la arquitectura de los teatros de ópera de Europa. El telón de boca, por ejemplo, fue traído de Milán. La construcción del coliseo demandó poco tiempo; las obras se iniciaron en 1887 y estuvieron terminadas para 1890. Sin embargo, acontecimientos políticos demoraron su inauguración por unos meses.

El concierto inaugural reunió a artistas en su mayoría mujeres, que mostraron sus habilidades vocales e instrumentales en una función organizada por la encumbrada Sociedad de Damas de Beneficencia.

La decoración del vestíbulo, la sala, el foyer y otros distinguidos salones, fue confiada al artista plástico italiano Arturo Nembrini Gonzaga, quien tenía un taller de pintura y decoración en barrio General Paz, en Córdoba, según el historiador Efraín U. Bischoff en Tres siglos de teatro en Córdoba.

Con el andar del tiempo, el coliseo era arrendado por el Gobierno de Córdoba a distintos empresarios teatrales, que contrataban espectáculos de ópera, zarzuela y teatro. Entre ellos, el mismo Bischoff recuerda a Pedro Caraccio, Antonio Subirá, Luis Padilla, Juan Massa y Juan Luna. Los contratos de arrendamiento fueron reemplazados por la creciente influencia de las academias musicales sobre la programación del teatro, hasta la conformación de una Comisión de Bellas Artes que asumió la administración del teatro con carácter oficial.

El teatro albergó la Comisión de Bellas Artes, talleres de la Academia Provincial de Bellas Artes y la Escuela de Niños Cantores de Córdoba. El edificio fue asiento de los elencos teatrales, ahora con sede en el Teatro Real.

Actualmente, el teatro es sede de la Banda Sinfónica de la Provincia, la Orquesta Sinfónica de Córdoba, la Orquesta Provincial de Música Ciudadana, el Coro de Cámara de la Provincia, el Coro Polifónico de Córdoba, y el Ballet Oficial de la Provincia. También hacen su práctica en esta sala el Seminario de Danza Clásica Nora Irinova, el Coro del Seminario de Canto, y la Orquesta Académica Juvenil.

Junto a las áreas escenotécnicas, la plantilla artística del coliseo lleva a escena una variada oferta de producciones anuales en lírica, ballet y conciertos con amplitud de repertorios.

El teatro expresa hoy aquel anhelo de dotar a Córdoba de “un elemento de ornato para embellecer la ciudad, una nueva escena de estímulos intelectuales y una escuela de útil enseñanza”.

Recientemente, el Teatro del Libertador San Martín fue objeto de una importante obra de adecuación tecnológica y restauración.